- Flaca, me destrozaste el corazón! - gritaba energúmeno mientras lo llevaban esposado a la patrulla.
Nadie entendía que estaba diciendo y mucho menos por qué lo decía, ella tampoco entendía nada. No se explicaba cómo en medio de la noche, mientras él dormía, ella había tomado un escalpelo para abrir su pecho, sacar su corazón y hacerlo pedacitos, ponerlo hecho pedazos de nuevo en su lugar y coser la herida con aguja e hilo.
Él recordó la primera vez que vió esa delgada figura de mirada dulce, aura tierna y pecas en los pómulos; la amó desde entonces en silencio, sin atreverse a siquiera mecionarlo, recordando el olor de su cabello aunque otras usaran el mismo champú.
Se obsesionó con ese amor imposible, aquél que le producía tanto dolor. Verla reír con otros lo hacía tan infeliz que comenzó a dejar de ver a sus amigos, se aisló y se tornó agresivo. No sentía el valor de confesar cuanto la quería y cuanto extrañaba tenerla en sus brazos, su cobardía lo indujo en el lado oscuro de la vida y desde allí la observaba.
Pasaron los años, ella siguió su vida pero él siguió en la oscuridad y nadie lo pudo sacar de ahí hasta que la vida le arrebató a sus padres de un golpe: Despertó entonces siendo un hombre de más de treinta años, que no había conseguido nada, pero si había perdido lo más valioso que tuvo.
Entonces decidió culpar a ella de todo lo malo que había hecho desde que la conoció, sembró en su cabeza la idea que si ella se hubiese fijado en él su vida habría sido distinta y por eso tomó la decisión de buscarla; supo que había ido a la universidad y que trabajaba como comisionista de bolsa y que en unos meses visitaría a sus padres: el momento perfecto para cobrar su venganza.
Llegado el momento y en su punto de más alta efervescencia, tomó el cuchillo que había reservado y partió a casa de los padres de ella. Se sorprendió al ver un grupo de serenata cantando frente a su ventana, lo sorprendió aún más ver un rostro familiar con los músicos, algo que solo incrementó su ira hacía ella pues pudo ver como estaba observando a detrás de la cortina, para después bajar y decir "Lo siento pero no".
Notó de lejos ese hermoso cabello rojo que caía sobre sus hombros y se escurría por su espalda cubriendo gran parte de su superficie, notó de nuevo que sus pecas habían sido borradas quizá por el tiempo, quizá por láser.
Se quedó dormido recordando ese rostro sonrojado. Cuando despertó se dio cuenta que todo estaba en silencio: era el momento adecuado para cobrar su venganza.
Ella aún dormía con la ventana del cuarto abierta, era el lugar adecuado para ingresar. Trepó a través de las rejas y paredes e ingresó: la halló dormida, abrazada a un viejo oso de felpa que conservaba desde su niñez. Los fuertes ladridos del labrador que cuidaba a sus padres hizo que ellos se despertarán y notaran la presencia de un extraño en su cuarto. El padre, armado más de valor que de otra cosa, ingresó al cuarto y forcejeó con él: el padre resultó herido mientras llegaba la policía, cercaron el cuarto evitando que el delincuente huyera. Ella y su madre lloraban mientras arrestaban al sospechoso que gritaba cosas como loco; entonces ella recordó quien era él pero no se explicó porque intentó hacer algo tan malo.
Él fue enviado a la cárcel acusado de tentativa de homicidio y fue entonces cuando se dio cuenta que la culpa no había sido de ella, sino de él por cobarde.
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