Recordando su viejo gobierno de difuntos y flores, reposaba el general en su mecedora mientras fumaba aquel tabaco que le había prohibido el doctor. Observaba con detalle el cuarto hasta que lo vió frente a él: El joven anarquista que atormentaba su vida desde muchos años atrás, cuando era un general activo, comandaba las fuerzas militares y empezó a padecer de esquizofrenia; su mente jugándole una mala pasada, había creado ese personaje salido de la nada y que no lo dejaba en paz. "Por tú culpa miserable canalla, estoy reducido en esta silla" gritaba el general al joven, que se reía del anciano, "Deja de hacerte el santo fascista descarado, tu sabes que tienes la conciencia sucia, negra como el carbón".
Años atrás, siendo aún capitán del ejército, bajo el mando de un coronel cuyo nombre no recordaba, daba ordenes a su pelotón de matar a todo aquello que se moviera. El joven de chaqueta de cuero que tenía al frente suyo le recordaba esa escena una y otra vez; "por tú culpa murieron muchos inocentes" - decía mientras miraba por la ventana - "y mirate ahora, un pinche anciano decrepito que no puede valerse por si mismo". El anciano observando la altanería del joven anarquista, bajo su cabeza y dijo en voz baja "Quisiera volver el tiempo atrás y no dar esa orden, pero ahora es tarde, ya no puedo pedir perdón ni aceptar mi culpa públicamente".
No comments:
Post a Comment