Sonó el despertador, pero yo sentía frío. No quería levantarme y como de costumbre, saqué el brazo izquierdo para saber que tanto frío estaba haciendo; guardé nuevamente el brazo debajo de la cobija y seguí durmiendo.
Cuando me desperté de nuevo eran las 9:30 a.m. Tenía hambre, pero en vez de prepararme desayuno me metí al baño. Me miré en el espejo y recordé que era día de lavarse el cabello mientras lo tocaba con la mano derecha.
Como era tarde y no aguantaba salir con el cabello mojado, entonces lo cepillé y me vestí de negro, como lo hago cada dos o tres veces en la semana, así me molesten con el cuento que tengo muerto el canario. Salí al centro, bajé por la calle 17 hasta llegar a la séptima, compré las cosas de aseo que hacían falta y volví a subir, eran como las 12 del medio día, entonces decidí hacer algo que casi nunca hago y es comer antes del almuerzo, asi que me comí una dona que estaba fría pero blanda y cubierta de maní con chocolate.
Estando en el apartamento, recordé que no tenía nada preparado y salí a comer al corrientazo que queda a media cuadra del apartamento, pero el sitio estaba a reventar, así que fuí a almorzar a un restaurante que queda más adelante, por la calle 19; el sitio estaba casi lleno y el almuerzo es como $1000 pesos más caro que en el corrientazo, de todas formas entré.
Me senté en la única mesa con dos sillas que estaba desocupada y esperé a que me atendieran; al rato llegó la niña con su libreta y me dijo el menú, en el cual se incluía pimentón relleno, que me llamó la atención y pedí ese menú. No sé si fue el stress de la mesera en el momento, consecuencia del restaurante casi lleno con clientes llegando o la voz con acento italiano de su jefe, pero ella entendió que yo no quería pimentón, de modo que me dijo: "si no quiere pimentón le puedo traer arroz o otra cosa", y entonces le dije que sí quería pimentón y que me trajera el menú tal como decía la pizarra a la entrada del restaurante. Al instante, me trajo la limonada con la panelita de postre; poco después trajo la sopa, una crema de zanahoria con fosforitos encima.
Terminé la sopa y aún no llegaba la bandeja; pasaron como diez minutos y nada, hasta que el dueño del restaurante (que también atiende) me preguntó si ya me habián atendido, a lo que dije "sí, pero sigo esperando el seco". Cuando la mesera vió que me queje con su jefe, vino y me trajo un platico con frutas como para despistarme y al rato trajo por fin el bendito seco.
Salí a tomar el bus, encontrandomé con el drama que sufrimos a diario los usuarios del transporte urbano: los berracos buseteros que ponen sus busetas en todo el paradero y se quedan ahí a calentar puesto, esto es lo más odioso y detestable del mundo, pero a ellos parece no importarle. En fin, caminé una cuadra y lejos del paradero tomé por fin la bendita buseta. Me tuve que sentar en la ultima fila (la de los músicos como dicen en mi tierrita), donde estaba el único puesto desocupado y me dediqué a observar a la gente que iba en el bus mientras me movía para que el tipo que iba a mi lado se despertará y no se me durmiera encima del hombro. Como siempre había un trancón del carajo pero alcancé el banco abierto y después me fuí para la universidad, con la sorpresa que no encontré el atajo para llegar rápido y entonces tuve que dar la vuelta larga.
1 comment:
Una de dos: eso es legal plagio o estamos conectados. Yo tengo una vaina que se llama "2600 m mas profundo entre la mierda" la unica diferencia es que inicia en Suba y es un poco mas socialista y ruin: pero es la misma mierda a 2600 msnm
Post a Comment